Didáctica de la prelectoescritura

Desarrollo perceptivo motriz 

CAPACIDADES PERCEPTIVO-MOTRICES: LA ESPACIALIDAD

Las capacidades perceptivo-motrices son aquellas que, a través de los sentidos, permiten coordinar el movimiento corporal para adaptarlo a las necesidades del propio cuerpo o las circunstancias del entorno. Existen dos formas de desarrollo perceptivo-motórico:
1.       Percepción de uno mismo.
2.       Percepción del entorno.

El conocimiento del cuerpo humano es de vital importancia ya que éste es la referencia con el entorno; a través de él se produce tanto la percepción como el movimiento y debemos aprender a desarrollar y coordinar ambas funciones.

Existen cierta controversia entre autores para determinar las capacidades perceptivo-motrices fundamentales, sin embargo, todos coinciden que, al menos tres, lo son:

1.       Esquema corporal
2.       Espacialidad
3.       Temporalidad

Algunos autores consideran que, las mostradas a continuación, derivan de las anteriores mientras que, otros, las catalogan como individuales aunque no independientes:

è Lateralidad
è Ritmo
è Equilibrio
è Coordinación

Estas capacidades que, a través de los sentidos, ponen en contacto a la persona con su entorno, son de fundamental adquisición puesto que influyen en el desarrollo de diferentes habilidades y, por tanto, en el completo desarrollo de un individuo.

En este caso, nos centraremos en la percepción espacial. Existen numerosos autores que han trabajado la espacialidad en su faceta educativa y social. En este sentido, alguna de las definiciones más completas de espacio que podemos encontrar son las siguientes:

Comellas y Perpinyá (1987) el espacio propiamente dicho, lo podemos
definir como el “medio donde el niño se mueve y se relaciona y a través de sus sentidos,
ensaya un conjunto de experiencias personales que le ayudan a tomar conciencia de su
cuerpo y de su orientación”.

Blázquez & Ortega (1984), el espacio será “aquello que nos rodea; es decir,
los objetos, los elementos y las personas; y tener una buena percepción del espacio será
ser capaz de situarse, de moverse en este espacio, de orientarse, de tomar direcciones
múltiples y de analizar situaciones y representarlas”.

A través de estas definiciones, debemos tener en cuenta que un individuo forma parte siempre de un espacio y un tiempo. Las personas se sitúan y se mueven en un espacio estableciendo relaciones con los objetos y las personas que lo rodean. Por tanto, los aprendizajes, la maduración y el desarrollo se suceden en un espacio determinado.

De este modo, podemos definir la espacialidad como la relación de un individuo con su entorno y, por tanto, con los objetos y personas que en él se encuentran, a través de su propio cuerpo.

Para que los procesos nombrados anteriormente se lleven a cabo en relación con el entorno intervienen factores como la percepción, que, como se ha dicho, puede y debe ser tanto de uno mismo como del entorno. Por tanto, la espacialidad estará estrechamente relacionada con la evolución del esquema corporal, el cual, se desarrolla en paralelo con las otras capacidades perceptivo-motrices.

En el aspecto perceptivo intervienen varios canales, por una parte, los extereoceptivos, que nos aportan información sobre el mundo que nos rodea y por otra los propioceptivos, que nos da información de la situación de nuestro cuerpo en el espacio;  aquí encontramos el kinestésico.

Los extereoceptivos más utilizados son fundamentalmente tres:

1.       Visual: Es el más utilizado a nivel de percepción, sin embargo, en él no influye sólo la imagen que se visualiza sino también la representación o concepción que el individuo tiene de la misma. Así mismo, la percepción visual depende de factores como la magnitud, novedad, repetición, el movimiento o la intensidad.
2.        Táctil: Nos ayuda a percibir formas, texturas, temperatura etc. Mediante el contacto con los diferentes objetos o personas a través de la piel.
3.        Auditivo: En muchos casos, sobre todo en personas con baja visión o ceguera, el sonido permite a las personas orientarse en el espacio.

Como propioceptivos  podemos catalogar fundamentalmente dos:

1.       Kinesiológico o laberíntico: Conocemos la posición de nuestro cuerpo en el espacio a través de los receptores de los músculos y las articulaciones.
2.       Memoria: Aunque suele ser dependiente de otros factores, las personas pueden ser capaces de memorizar y reproducir recorridos en el espacio.

Es fundamental en el desarrollo de la espacialidad el papel de los canales extereoceptivos y los propioceptivos puesto que son los que permiten que el individuo perciba su entorno y ponga su cuerpo en relación con él para conseguir las nociones de orientación, distancia, trayectoria, recorrido y direcciones.
Por este motivo, se debe tener conocimiento de que los niños de corta edad pasan por una etapa de egocentrismo que deben ir abandonando progresivamente para poder comprender las diferentes nociones de espacio y de este modo adquirir mayor autonomía, relacionarse con su entorno y desenvolverse en sociedad de manera coherente.

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Variable de espacio-tiempo y casualidad

NOCIÓN DEL ESPACIO:
La noción de espacio el niño la adquiere con cierta lentitud.   Al principio tiene un concepto muy concreto del espacio: su casa, su calle; no tiene siquiera idea de la localidad en que vive. Pero esa noción se desarrolla más rápidamente que la de tiempo, porque tiene referencias más sensibles. El niño de seis o siete años no esta aun en condiciones de reconocer lo que es su país desde el punto de vista Geográfico y es probable que piense que "Venezuela" es la ciudad donde vive, y/o, que "Caracas" es su barrio o sector residencial; los niños que viajan a otras ciudades o a países vecinos, en cambio, aprenden rápidamente a diferenciar ciudad y país. Hasta los ocho o nueve años, no se adquiere la noción de espacio geográfico, por eso la lectura de mapas y de globos terráqueos no es una labor sencilla, pues requiere una habilidad especial para interpretar numerosos símbolossignos y captar las abstracciones que estos medios suponen.

NOCIÓN DE TIEMPO:
Las palabras ahora, hoy, ayer y mañana pueden señalar en su uso, cada vez un sector distinto del tiempo real. En los niveles evolutivos prematuros, el niño se orienta en el tiempo a base de signos esencialmente cualitativos extra temporales.
El posterior desarrollo de las aptitudes para una más correcta localización y comprensión del orden de sucesión se relaciona con la toma de conciencia de las dependencias causales y del dominio de las relaciones cuantitativas de las magnitudes del tiempo.
El sentido de temporalidad, es decir, la noción de tiempo es una de las más difícilmente accesibles a los escolares entre ocho y los doce años. Si se hace un análisis detenido de las descripciones de Piaget respecto de las diferentes capacidades de aprendizaje de los niños a través de sus etapas de desarrollo cognitivo, se puede ver que las nociones de espacio y tiempo surgen y se desarrollan lentamente, casi confusamente. A menudo se puede ver, desde la experiencia práctica, que durante los primeros 10 años de vida los niños tienen un difícil trabajo para "hacerse la idea" de cómo es el desarrollo del tiempo con que medimos la historia, o de lo que significan los espacios que están más allá de lo que él o ella conoce.

NOCIÓN DE REPRESENTACIÓN:
Es una imagen interiorizada del mundo exterior. Cuando el bebé comienza a entender que los objetos y las personas siguen existiendo aun cuando él no las vea ni actúa sobre ellos, está comenzando a hacer representaciones mentales y por ende, su proceso de pensamiento está iniciándose.
Es por ello que se señala que el período preescolar es esencialmente el momento del crecimiento de la habilidad del niño para usar representaciones. Este proceso implica un enorme avance hacia la independencia del niño con respecto al "aquí y ahora" y a los objetos concretos de su mundo.
La representación la construye el niño a través de las siguientes fases y niveles:
  1. Imitación Diferida: imitación de un acto complicado aunque carezca de modelo. Por ejemplo: hacer arepitas, esto da muestras de que el niño es capaz de tener en su mente (representado) un patrón de gestos sin verlo delante de sí.
  2. Representación a un nivel señal: en esta fase el niño reconoce el objeto a través de una de sus partes o de un efecto producido por él. Por ejemplo: el teléfono por su timbre, la madre por su voz.
    1. Imitación: empleo del cuerpo para representar.
    2. Simulación: utilización de objetos para representar otro. Por ejemplo un palito para representar un avión.
    3. Onomatopeyas: emisiones de sonidos de lo representado.
    4. Modelos bidimensionales: como por ejemplo dibujos, pinturas, etc.
    5. Modelos tridimensionales: como modelados con masa, Plastilina, barro, construcciones con bloques, etc.
  3. Representación a nivel simbólico: en esta fase el niño representa su mundo a través de acciones u objetos que tienen una relación o semejanza con la realidad representada. Por ejemplo: dramatizar a la mamá haciendo comida. Existen cinco tipos de representaciones simbólicas:
  4. Representaciones a nivel de signo: en esta fase el niño es capaz de representar su mundo a través de signos, que son representaciones arbitrarias compartidas por la sociedad (palabras habladas o escritas, números, gráficos), que no tienen ninguna semejanza concreta con lo que precisa.

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